RELATOS ENCADENADOS...DESDE CASA
¿Cómo será la continuación?. No esperes más y lee:
Estaba muy mareado por todo el humo que había inhalado en ese momento.
Carmen se bloqueó, no sabía qué hacer, se veía indefensa en esas circunstancias, de repente su cabeza pensó algo y actuó. Enseguida cogió un pañuelo con agua como el que llevaba ella y así hacer que el abuelo no tragase tanto humo, lo incorporó y poco a poco le fue haciendo despertar, así de esa manera consiguió llevarle abajo y ponerle a salvo.
Mientras todo esto sucedía Héctor seguía desaparecido.
Carmen al bajar y no ver por esa zona a su amigo se empezó a preocupar por él. Volvió a entrar en la casa, buscó por todos los sitios y recovecos, pero Héctor no daba señales de vida. Entonces Carmen desesperada por su amigo decidió salir otra vez a las afueras de la casa para seguir buscándolo.
En el intento de buscar a Héctor por las afueras, por detrás de la casa Carmen vio una trampilla que bajaba como a una especie de sótano. Estaba segura de que Héctor iba a estar allí, y así fue.
Cuando bajó Héctor estaba bien, aunque un poco asustado, sin más demora salieron de nuevo al exterior y decidieron hablar con el abuelo que era el que les diría donde estaba en esos momentos el vampiricantro.
El abuelo no podía hablar mucho por el humo inhalado, por eso al llegar donde estaba él les pidió rápidamente un lápiz y un papel y así decirles donde se encontraba el vampiricantro.
En la hoja ponía que estaba situado en el bosque del pueblo. Sin más demora y sin pensarlo más tiempo salieron corriendo dirección al pueblo para decir a un médico que subiese a curar al abuelo.
Ellos salieron disparados para el bosque y allí se encontraron con el caballo bien armado para así ayudarles con la búsqueda.
Como iban muy bien equipados en cuanto vieron al vampiricantro le dieron caza en menos de 6 minutos. Cuando ya lo tenían solo fue llevarlo al calabozo del pueblo y que cumpliera su condena.
Héctor y Carmen se fueron satisfechos por el trabajo y antes de irse a casa pasaron a ver al abuelo. Allí, el abuelo les dijo una cosa que les dejó de piedra.
Un secreto que jamás nunca revelarían.
FIN.
ALEJANDRO GUTIÉRREZ