II EDICIÓN DEL CONCURSO DE RELATOS ENCADENADOS
GANADOR DEL DESENLACE...
Haber escuchado por primera vez a su hija era lo más increíble que había vivido nunca. A continuación, Antonio negó con la cabeza y esbozó una pequeña sonrisa.
-¿Puedes darme un par de telas?- fue lo único que salió de su boca. Carmen asintió y le preguntó si se encontraba bien, mientras sacaba los rollos de tela.
Antonio le dijo que solo estaba nervioso y emocionado porque era el día que hablaría con su hija después de veintitrés años y no sabía lo que iba a pasar. Carmen sonrió y le dijo que estuviese tranquilo y que seguro que su hija estaría encantadísima de conocerle. Le contó que su padre las había abandonado a ella y a su madre, pero aun así le encantaría conocerlo y que formara parte de su vida.
-¿Cómo se llama su hija?- le preguntó la joven.
Antonio titubeó al decir «Carmen»; la muchacha se quedó petrificada. Entonces, Antonio dijo: «Tienes los ojos de tu madre, por eso te reconocí nada más verte en el suelo de la estación». Carmen lo abrazó entre lágrimas y preguntas.
Meses después, Carmen y Antonio estaban esperando su tren para ir a Madrid a pasar el fin de semana y vieron como una joven tropezó y se cayó al suelo, cuando la chica se levantó y siguió su camino, Carmen y Antonio se miraron y se rieron a carcajadas.
Yailín Blázquez Bravo, 2º ESO.