II EDICIÓN DEL CONCURSO DE RELATOS ENCADENADOS
GANADOR....EL CUERPO DE LA HISTORIA....
No sabía que aquel
hombre que la acaba de ayudar a levantarse cambiaría su vida para siempre.
Los inicios en
la ciudad fueron difíciles, no conocía a nadie y se pasaba el día trabajando.
Había invertido todos sus ahorros en la tienda y no podía fracasar en esta
nueva aventura.
La decisión de
Carmen de irse a Madrid y abrir su propia tienda de ropa en Ávila fue la forma
que tuvo de empezar una nueva vida tras la muerte de su madre y la ruptura con
su pareja. Después de estos malos momentos, Carmen se sintió más sola que
nunca; su madre, con la que siempre había estado muy unida, ya no estaba, su
pareja había roto con ella, y las dos únicas amigas que tenía se habían mudado
a otra ciudad. Sintió que Madrid ya no era su lugar y necesitaba empezar de
cero en otro sitio. Ávila fue la ciudad elegida por su cercanía a Madrid y por
su tamaño. Al ser una ciudad pequeña, pensó que una tienda de moda como la suya
sería algo distinto e innovador y que en aquella ciudad no habría.
Desde pequeña
Carmen había querido ser empresaria y pensó que ese era el momento de hacer su
sueño realidad. Su pasión por la moda se la inculcó su madre, que había sido
modelo, y esa tienda sería un homenaje para ella.
Carmen no tenía
relación con nade más de su familia. Siempre había estado viajando con su madre
por trabajo y nunca habían tenido tiempo
para estar con la familia. Además, a sus abuelos maternos nunca les gustó el
trabajo de su madre, consideraban que ser modelo no era un trabajo de verdad.
En cuanto a su padre, no lo conocía. Su madre nunca le quiso hablar de él.
Cuando ella preguntaba, su madre siempre le decía que las abandonó cuando ella
era un bebé. Carmen siempre quiso conocerlo pero nunca demostró demasiado
interés en buscarlo ya que había sido muy feliz junto a su madre sin necesitar
a su padre.
Los meses
pasaron y Carmen cada vez se sentía más cómoda en Ávila. Su tienda iba de
maravilla, se hizo muy conocida entre las jóvenes de la ciudad. Nunca habían
tenido una tienda con ropa de moda y a buen precio. Hasta entonces, solo las
jóvenes ricas podían vestir como les gustaba.
Pero todo cambió
aquel veintitrés de julio, eran las cinco de la tarde y un hombre de unos
cincuenta años entró a su tienda. Era un señor elegante, muy arreglado y
educado. Carmen se sorprendió ante la entrada de aquel hombre ya que a su
tienda, generalmente, acudían mujeres. Pensó que iría para hacer un regalo a su
esposa, pero estaba equivocada. Aquel hombre no quería nada de la tienda, solo
quería conocer a Carmen. Había esperado siete meses desde la última vez que la
vio en la estación, cuando la ayudó a levantarse. No obstante, siete meses no
eran nada comparado con los veintitrés años que había estado sin verla. El
hombre, llamado Antonio, no quiso aparecer en la vida de Carmen hasta que esta
se hubiese asentado en la ciudad para no desestabilizarla. Aquel veinte de
enero, cuando se cruzó con ella en la estación, la reconoció perfectamente. El
miedo al rechazo le impidió hablar con ella por lo que la dejó marchar. Durante
estos meses, Antonio nunca perdió de vista a Carmen pero quiso esperar el
momento oportuno.
Cuando Carmen le
preguntó si quería algo, ya que llevaba cinco minutos parado sin hablar,
Antonio no pudo decir nada y empezó a llorar. Haber escuchado por primera vez a
su hija, era lo más increíble que había vivido nunca.
Sonia Martín Magalhaes, 3º ESO
No hay comentarios:
Publicar un comentario